domingo, 27 de mayo de 2012

El Uruguay en el 900.


Contexto Histórico y político.

                José Pablo Torcuato Batlle y Ordóñez nació el 21 de mayo de 1856, en Montevideo. Desde el 15 de febrero hasta el 1 de marzo de 1899, ejerció en funciones la presidencia de la República Oriental del Uruguay (dada su calidad de presidente del Senado), en tanto tenían lugar las elecciones presidenciales en las que venció el colorado Juan Lindolfo Cuestas, quien venía asimismo ejerciendo provisionalmente la jefatura del Estado desde 1897.
                El 1 de marzo de 1903, tras resultar elegido presidente de la República, sucedió a Cuestas al frente del país. Como jefe del poder ejecutivo, consolidó la unidad nacional al poner fin a las diversas rebeliones departamentales (especialmente, la del caudillo blanco Aparicio Saravia, fallecido en septiembre de 1904 durante la guerra civil que había enfrentado desde nueve meses antes a colorados y blancos); estableció la indemnización laboral; consiguió promulgar, en 1907, la primera ley de divorcio de Latinoamérica, que reconocía los derechos de las mujeres; y también creó institutos de enseñanza media en todas las capitales de provincia. Asimismo, durante su presidencia, se constituyeron empresas públicas que, al proporcionar servicios más baratos, supusieron una gran competencia para las privadas.
                Al finalizar su mandato en 1907, y ser sucedido por el también colorado y ex ministro suyo Claudio Williman, se trasladó a Europa, permaneciendo en el viejo continente desde ese año hasta 1910. En ese tiempo, representó a su país en la segunda de las Conferencias de La Haya.
                Tras ser elegido otra vez presidente de la República, el 1 de marzo de 1911 comenzó su nuevo mandato. Durante el mismo, fijó la jornada laboral en ocho horas y sentó las bases para la futura reforma constitucional que debía establecer un Consejo Nacional de Administración de carácter federal, basado en el modelo suizo, con un cuerpo ejecutivo en el que el poder sería ejercido por el presidente (elegido ya de forma directa por los ciudadanos) y por otros nueve consejeros. Su influencia política no declinó al cesar en la presidencia el 1 de marzo de 1915, de lo que da testimonio el hecho de que la Constitución aprobada en 1917 recogiera buena parte de su proyecto de reforma constitucional.
                El batllismo, la corriente política que lleva su nombre, tuvo desde entonces un amplio seguimiento en Uruguay. De hecho, varios miembros de su familia volverían a desempeñar la más alta magistratura uruguaya: su sobrino Luis Batlle Berres presidiría en dos ocasiones la República (desde 1947 hasta 1951 y entre 1955 y 1956) y un sobrino nieto suyo, Jorge Batlle Ibáñez, hijo del anterior, gobernó asimismo el país entre 2000 y 2005.


Cultura.

La educación:
                “El Novecientos no sólo retomó y amplió el impulso dado por la reforma vareliana a la Enseñanza Primaria, sino que alentó la formidable expansión de la Enseñanza Secundaria que vió crecer su alumnado de un efectivo promedio de 300 en 1887 y 1902 a 3330 en 1916”
(Barrán y Nahum, “El Uruguay del Novecientos” Ed. Banda Oriental)

                “También en el ámbito de la enseñanza universitaria, el Novecientos protagonizó un avance significativo del alumnado (...) de 1903 a 1915, en 13 años, el estudiantado universitario se triplicó, pasando de 4 cada 10000 habitantes durante todo el período 1882-1902, a 9 por 10000 habitantes”.
(Barrán y Nahum, “El Uruguay del Novecientos” Ed. Banda Oriental)
                La laicidad fue aplicada totalmente en todos los ámbitos. Al separarse el estado de la iglesia, incluso se creó la Ley de los conventos (donde se prohibía la reproducción de dichas instituciones) y se quitaron definitivamente los crucifijos de los hospitales.


                La Modernización vino de la mano del sistema político. El uso del autobús o tres urbano era muy corriente, y era símbolo de Modernización. El gobierno tuvo como objetivo mejorar estas condiciones y así logró fortalecer el ejército, extender la educación media, crear hospitales en las capitales del interior, entre otras cosas.
                Montevideo se convierte en la llave del nuevo proceso. Allí arriban, en general para quedarse, los inmigrantes europeos con ansias de lograr el bienestar que se les niega en su tierra y hacia la capital se trasladan sin pausa los criollos, que empiezan a vaciar el campo. En esa ciudad con discreto aire cosmopolita, las clases medias adquieren, por vez primera, un significativo peso. Hay, allí y por esa época, debates de todo tipo: sobre el lugar de la mujer y la ley de divorcio, sobre los derechos sociales y la estatización de algunos servicios. Hay, también, polémicas sobre arte y literatura con un grado de fertilidad y de crudeza hasta entonces desconocido. 


Costumbres.

                Para la sociedad del Novecientos, la moda y las costumbres europeas eran el modelo principal. La elegancia era la característica fundamental de las vestiduras tanto de damas como de caballeros. Las mujeres debían vestirse con el mayor lujo posible, utilizando corset y grandes faldas.
                La vestimenta debía ser apropiada para cada ocasión. Los paseos por la ciudad tienen un tipo de vestimenta específico, e incluso la concurrencia a la playa tenía requisitos pues debía ser decorosa. La elegancia en el hogar era muestra de cultura. Los modelos europeos marcaban tendencias en cuanto a las estructuras arquitectónicas, revestimientos interiores, la altura de las casas y de los techos, los muebles también revestidos a la moda, entre otras cosas.
                "El investigador de la historia de la sensibilidad advierte que hacia 1900 está en presencia de sentimientos, conductas y valores diferentes a los que habían modelado la vida de los hombres en el uruguay hasta por lo menos 1860. Una nueva sensibilidad aparece definitivamente ya instalada en las primeras décadas del siglo XX aunque perviven -tal vez hasta hoy- rasgos de la anterior 'barbarie'.
                Esa sensibilidad del Novecientos que hemos llamado 'civilizada', disciplinó a la sociedad: impuso la gravedad y el 'empaque' al cuerpo, el puritanismo a la sexualidad, el trabajo al 'excesivo' ocio antiguo, ocultó la muerte alejándola y embelleciéndola, se horrorizó ante el castigo de niños, delincuentes y clases trabajadores y prefirió reprimir sus almas, a menudo inconsciente del nuevo método de dominación elegido, y, por fin, descubrió la intimidad transformando a 'la vida privada', sobre todo de la familia burguesa, en un castillo inexpugnable tanto ante los asaltos de la curiosidad ajena como ante las tendencias 'bárbaras' del propio yo a exteriorizar sus sentimientos y hacerlos compartir por los demás. En realidad, eligió, para decirlo en menos palabras, la época de la vergüenza, la culpa y la disciplina.
(...)
 (Barrán - "El disciplinamiento" Ed. Banda Oriental. Montevideo, 1991. p. 11 y 22)




Arte.

                La principal manifestación artística de esta época fue en el ámbito literario. La Generación del 900 fue la edad de Oro de las letras rioplatenses y uruguayas. Como telón de fondo, ha dicho Real de Azúa, se dan en el 900 lo romántico, lo tradicional y lo burgués; y en primer plano, apoyándose sobre ese fondo, las influencias renovadoras.
                Los intelectuales de la época eran autodidactas y se les llamó “intelectuales de café”, porque se reunían allí para discutir sus temas. También existió la cultura del cenáculo, lo que significaba un lugar específico de reunión, como La Torre de los Panoramas, con el fin de discutir, consultarse y escribir.
                Los intelectuales tuvieron una muy fuerte influencia del Modernismo: “El modernismo fue una revolución espiritual y una revolución poética; una revolución que alcanzó a la función misma de la palabra y reclamó de ella valores plásticos y musicales, efectos de color y de sonido, virtualidades de sugerencia y extremos de refinamiento psíquico que van más allá de su sentido primario y directamente conceptual y gramatical.”
                La influencia europea pero sobre todo francesa fue muy importante, al igual que el sentido de lo tradicional y lo burgués.
                Se irradiaba una gran fe en la democracia y en el individuo, además de una fuerte pasión por la libertad. Sin olvidar la fe en la ciencia y el descreimiento en materia religiosa.





Economía

                “Alrededor de 1895 se inicia un período de expansión de la economía mundial que se extiende hasta el fin de la Primera Guerra Mundial. Significó una mayor demanda y el alza de los precios de la mayoría de los productos exportables. A partir de 1986 también las condiciones de crédito –por lo menos para los grandes estancieros- mejoraron con la fundación del Banco de la República.
                En este marco se produjo un crecimiento en la producción; los volúmenes crecieron no sólo por el aumento de los stocks sino también por aumentos de la productividad en carne y lana por cabeza de ganado, debido al avance del mestizaje. Una etapa importante de este proceso comienza con la creación del primer frigorífico (1905). Luego de un período de auge lanero, el mestizaje vacuno acicateado por la demanda y al amparo de la paz interna (1904), se acelera.
                El mestizaje y la instalación de los frigoríficos constituyó el hecho fundamental en la ganadería de este período. La paz y la mayor rentabilidad derivada de los altos precios inducen al desatesoramiento y permite incrementar las inversiones.”
(Millot y Bertino, ob. cit. p. 81)

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