GENTE ATENTA, Juceca.
Refiladoo Filón era un
hombre de lo más atento. Servicial, era. Y la mujer, Agorera, similar. Pa
recibir visita, una yunta de lujo, los dos. Cuando veían que un alguien
cualquiera se les acercaba a las casas, ya se preparaban pa los agasajos y las
atenciones.
A los perros fastidiosos y amigos del tarascón los mandaban pal fondo.
A los divertidos de cola y ladrido de bienvenida, los mandaban a recibir .
A los pollos que andaban por el patio, les tiraban maíz, lejos.
Y baldeaban. Una vuelta, Refilado vio acercarse a un viejito de a caballo, y enseguidita blanqueó a la cal la cocina, podó los ligustros, limpió de tizne al tubo del farol y echó creolina para las pulgas. Cuando el viejito llegó, lo desmontó, le desensilló el caballo, se lo bañó, le revisó las herraduras y lo largó a pastoriear en lo tierno. Recién después lo sentó, al viejito, y le cebó mate.
La mujer; muy brindadora ya tenía puesta una tirita de asado a las brasas y le armó un catre en el rincón de la cocina, picó zapallo pa dulce y le hizo un par de huevos duros. Era un ir i venir sin darse sosiego.
Cuando el viejito intentaba decirles algo, ya estaban ellos en otra cosa.
Ni tiempo a negarse tuvo cuando le pusieron los pieses en un latón con salmuera, ni a parase cuando la mujer dentró a cortarle el pelo y emprolijarle su embrollada barba. Ni tiempo tuvo de decir que no fumaba cuando Refilado le puso en la boca el cigarro de chala ya prendido.
Le golpeaban la espalda cuando tosía el humo.
Si el viejito amagaba con un 'no se molesten", ellos lo frenaban con un "no haga cumplidos tá en su casa", y lo seguían atendiendo sin una mínima desatención, faltaba más y estése cómodo.
A los perros fastidiosos y amigos del tarascón los mandaban pal fondo.
A los divertidos de cola y ladrido de bienvenida, los mandaban a recibir .
A los pollos que andaban por el patio, les tiraban maíz, lejos.
Y baldeaban. Una vuelta, Refilado vio acercarse a un viejito de a caballo, y enseguidita blanqueó a la cal la cocina, podó los ligustros, limpió de tizne al tubo del farol y echó creolina para las pulgas. Cuando el viejito llegó, lo desmontó, le desensilló el caballo, se lo bañó, le revisó las herraduras y lo largó a pastoriear en lo tierno. Recién después lo sentó, al viejito, y le cebó mate.
La mujer; muy brindadora ya tenía puesta una tirita de asado a las brasas y le armó un catre en el rincón de la cocina, picó zapallo pa dulce y le hizo un par de huevos duros. Era un ir i venir sin darse sosiego.
Cuando el viejito intentaba decirles algo, ya estaban ellos en otra cosa.
Ni tiempo a negarse tuvo cuando le pusieron los pieses en un latón con salmuera, ni a parase cuando la mujer dentró a cortarle el pelo y emprolijarle su embrollada barba. Ni tiempo tuvo de decir que no fumaba cuando Refilado le puso en la boca el cigarro de chala ya prendido.
Le golpeaban la espalda cuando tosía el humo.
Si el viejito amagaba con un 'no se molesten", ellos lo frenaban con un "no haga cumplidos tá en su casa", y lo seguían atendiendo sin una mínima desatención, faltaba más y estése cómodo.
Atendido en la prosa, pa
evitarle silencios pesados y embarazosos le hablaban los dos, no al mesmo
tiempo, cosa de no embarullarlo al viejito. Tenido lo tenían por entretenerlo
entre los dos. Pero hubo una falla, un descuido apenas. Donde la mujer esperaba
que Refilado colgara una coma, él clavó un punto, ella titubeó y el viejito
aprovechó la rendija para colocar:
-De pasada.
La pregunta se impuso y hubo que hacerla.
-¿De pasada qué cosa?
-Yo -dijo el viejito de voz quebrada, descreída de sí pero sin pausa-, yo pasaba de pasada nomas que no daba ni pa desmontar, y ahora via tener que salir a buscar el caballo y ensillarlo de nuevo con el trabajo que me da, y hasta capaz que me desconoce con los pelos recortados, con el sin fin de cosas que tengo que hacer'.
Ni soñar con que lo dejaran molestarse salir a buscar su caballo.
Refilado se lo fue a buscar, pero traerlo no hubo como. Animal de un solo dueño, al tranco se iba alejando del extraño que avanzaba con el mal escondido freno a la espalda. Los agarró la noche en eso. Sin acortar distancia. Refilado lo tuvo que dejar pal otro día. Y pal otro después de aquel en que tampoco pudo. Y así los días, y los meses. De viejo se murió el viejito en aquel rancho, siempre bien atendido. Después eran los comentarios.
-Cuando uno da con gente atenta, es un gusto.
-Es lo que tiene, sí señor.
-Por eso le digo.
-De pasada.
La pregunta se impuso y hubo que hacerla.
-¿De pasada qué cosa?
-Yo -dijo el viejito de voz quebrada, descreída de sí pero sin pausa-, yo pasaba de pasada nomas que no daba ni pa desmontar, y ahora via tener que salir a buscar el caballo y ensillarlo de nuevo con el trabajo que me da, y hasta capaz que me desconoce con los pelos recortados, con el sin fin de cosas que tengo que hacer'.
Ni soñar con que lo dejaran molestarse salir a buscar su caballo.
Refilado se lo fue a buscar, pero traerlo no hubo como. Animal de un solo dueño, al tranco se iba alejando del extraño que avanzaba con el mal escondido freno a la espalda. Los agarró la noche en eso. Sin acortar distancia. Refilado lo tuvo que dejar pal otro día. Y pal otro después de aquel en que tampoco pudo. Y así los días, y los meses. De viejo se murió el viejito en aquel rancho, siempre bien atendido. Después eran los comentarios.
-Cuando uno da con gente atenta, es un gusto.
-Es lo que tiene, sí señor.
-Por eso le digo.
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